De principio a final, al ser invitado, es fundamental caer bien, por esto, desde la primera y hasta la última impresión son importantes. Conviene llegar con un detalle que se sepa será del agrado de quién invita, y durante la estancia observar el estilo del anfitrión para intentar adaptarse al máximo. Actitudes como la disponibilidad, y el deseo de ayudar en lo que sea prudente, además de la generosidad en tiempo, espacio y especies, son muy importantes. En el caso de duda ante alguna situación, conviene pensar ¿ y sí yo fuera esta persona que me gustaría? y así, aún cuando nos equivoquemos, la intención es lo que se percibe.
Igualmente, durante la estadía, conviene ante todo la prudencia, y me refiero a lo que se diga o haga; observar el carácter de los comentarios, ojalá sean positivos, y en el caso que no sean es mejor omitirlos, no hacerlos.
La última impresión es la que queda, así que bien vale la pena dejar las puertas abiertas, y para esto es preciso saber agradecer antes de irse y luego volver a hacerlos al llegar, antes de las cuarenta y ocho horas siguientes; unas pocas palabras, bastan. Se hace con ceiraualquier tipo de mensaje, con la certeza de que la otra persona lo haya recibido.
Diana Neira
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