Estuve con dos amigos, un francés de 96 años, y un alemán de 60, comiendo en un restaurante asiático muy conocido en Barcelona. La primera vez, hace 7 años.también había ido con el señor mayor, es su sitio favorito en la ciudad. La decoración y el menú eran los mismos, sin embargo al ingresar nos recibió una"anfitriona" francesa, y nos acompañó a la mesa reservada.
Nos saludó un camarero, tuteándonos, y continuación nos preguntó lo que tomaríamos; yo le dije que una copa de cava, me imitó mi amigo, y el de más edad, pidió una copa de vino rojo. Le preguntamos por copas cuáles opciones tenían, dijo preguntaría, y al rato trajo la carta de licores. Yo le dije que sólo se trataba de una copa, tuvo que irse de nuevo, y regresó con el nombre del Cava, al tiempo que nos comunicaba era la única marca y trajo la botella de vino. Nos sirvió, cruzando su brazo, por la parte del frente del señor mayor, e igualmente al alemán, cuando me iba a servir le dije que debía pasar por detrás de la persona, y servir a la derecha de cada uno, y le pedí tuviera cuidado con el francés.
En el proceso de traer la carta, lo primero que hizo, fue decir que había un menú del día, le respondimos sólo uno lo tomaría y el de mas edad y yo, ordenaríamos a la carta. Al ordenar, para el señor de edad, dijimos comería gambas, que estuvieran bien cocidas y sin picante.
Tomó la orden trajo primero la entrada, todos ordenamos lo mismo ( estaba incluido en el menú), tuvimos que pedirle cubiertos para servirlas, ya que las ubicó en un recipiente en el centro de la mesa. Llegaron los platos principales, las gambas estaban en su punto, o sea difícil para que se las pudiera comer.
Al finalizar, recogió los platos cometiendo el mismo error de pasar su brazo por el frente de cada comensal, mientras los acumulaba uno encima del otro, en lugar de uno al lado del otro, lo que nos molestó a los tres. Al llegar la hora del postre, solo ordenamos uno, y procedimos cada uno a comentar el desastre del servicio, en lugar de comentar a cerca de la comida. Se nos habían quitado las ganas de degustar uno.
Decidimos llamar a la anfitriona, quien en lugar de preguntar qué había ocurrido o interesarse por atendernos, dijo traería a alguien más. Llegó quien debería el jefe de sala, y le comunicamos lo sucedido. Nos dijo que si no nos había gustado el camarero , debíamos haber solicitado lo cambiaran. Sorprendidos por su reacción, le pedimos la hoja de comentarios y nos entregó la de reclamación de la Generalidad de Cataluña. Yo misma la respondí, y quedamos aún más sorprendidos cuando ni siquiera se interesó por saber lo que había ocurrido, y tampoco tuvo la mínima cortesía, de disculpar al Restaurante, y mucho menos, se le ocurrió ofrecer alguna bebida como un digestivo, gesto acostumbrado en estos casos, para mejorar la última impresión. Como sabemos, esta es la que queda en la mente del cliente, y una persona insatisfecha puede llegar a comentarlo con muchas personas.
Acudo a los locales a donde me atienden bien, y el servicio es el que debe ser, esta es la primera y más importante condición para crear la lealtad o fidelidad de un cliente.
DIANA NEIRA
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