Esta época ha sido por tradición propicia para invitar, asistir a donde nos convocan, y también regalar y recibir presentes. Sin embargo, algunas veces, su convierte en un intercambio de objetos inútiles que se adquieren o reciben, por simple compromiso.
La pandemia nos ha convertido en personas que hemos aprendido a adaptarnos a modos y maneras diferentes, y hasta jamás imaginados previamente. Es aquí a donde se presenta la opción de ser creativos y originales.
Estrictamente, a los únicos que deberíamos darles regalos es a los niños, pero también sucede que nos nace la idea de querer halagar a alguien por diferentes razones. Un obsequio que entregamos es expresión nuestra, así que conviene pensar antes de actuar.
Pensemos que un regalo, debe ser ante todo una sorpresa, y así impacta a quien lo recibe, produce un efecto positivo. Se trata de calidad, en lugar de cantidad, lo importante es que quien lo recibe lo considere un acierto, un halago porque transmite el afecto, el cariño, y la importancia que le dimos al tener en cuenta sus gustos.
El tipo de obsequio depende d
e la cercanía de la relación, así, los objetos de uso personal como prendas de ropa, son exclusivos para los muy amigos. Complementos y accesorios, en cambio, son buenas oportunidades, una bufanda, un bolígrafo, un collar, un monedero, o cualquiera otro que sea sin talla , como un cinturón o un sombrero. Ideal, un libro ameno, ojalá en el idioma que a la persona le guste practicar. Ojalá se incluya siempre el tiquete de cambio.
Los perecederos en esta época de austeridad para muchos, conviene evitarlos. Detalles como chocolates, turrones, frutos secos, o patés, son adecuados especialmente cuando hemos sido convocados al rededor de la mesa.
Plantas y flores, mejor dejarlos para otras ocasiones, hoy apreciamos lo útil o aquello que nos apetece pero que por alguna razón no lo tenemos.
DIANA NEIRA
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