Tener la oportunidad de presenciar, ceremonias religiosas, es una ocasión especial para conocer un lugar y sus pobladores. Conmueve observar lo que llegan a lograr la fe y las creencias. Asistir a una procesión de la cual forman parte penitentes, adultos que van andando descalzos y con cadenas atadas a sus tobillos, es impactante.
Las multitudes intimidan, el sentir cerca a personas que nos tocan por fuerza, es complicado. En estos casos, antes de aventurarse a formar parte del gentío , la pena detenerse y observar las opciones de circulación que se tienen. Es preciso ser paciente, además de prudente. Llevar joyas o teléfonos en la mano, además de paquetes, es arriesgado. Igualmente, pretender transitar con coches que llevan pequeños, o ir con niños de la mano, debe evitarse. Señoras en estado de embarazo avanzado, personas que deben transitar en sillas de ruedas, con bastones, o con movilidad reducida, también deben eludir, hacer parte de una aglomeración. Conviene disfruten del espectáculo mirándolo en la televisión, en la tranquilidad de su hogar.

DIANA NEIRA
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