En estos tiempos de exceso de tecnología, disfruto cada día más la lectura, hábito que adquirí gracias a que desde niña, me lo inculcaron mis padres. Nos educaron con rutinas como la de la lectura para acompañarnos antes de dormir, el cuento oral mientras comiámos o cuando íbamos en el coche, unas veces real, otras más, inventado según al ocasión, lo que nos despertaba la imaginación, e igualmente la mente de quién relataba, nos distraia y educaba a la vez. Igualmente, visitábamos a menudo librerías, y podíamos escoger un libro. En celebraciones familiares, como el cumpleaños o la Navidad, el libro estaba siempre presente.
Sugiero fomentar estas costumbres desde que el bebé comienza a fijar su atención en imágenes. Impresiona ver a quiénes dan a sus hijos, su celular para distraerlos y muchas veces para calmarlos. Quedan cómo hipnotizados, y así pueden permanecer tiempo indefinido; se sabe, que es un hábito muy peligroso, por que crea una especie de adicción e incentiva a utilizar otros aparatos semejantes.
Diana Neira
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